ME EXIJO A MÍ MISMO MÁS DE LO QUE CUALQUIERA PUDIERA PEDIRME

LA VERDADERA HISTORIA DE LA TREGUA DE NAVIDAD

Navidad de 1914.  Desde el 28 de julio, Europa se desangra en una guerra atroz que enfrenta a los Imperios Alemán, Austrohúngaro y otomano contra Francia, el Reino Unido, Italia, Bélgica y otra media docena de países. Por primera vez se emplean los avances tecnológicos para crear mortíferas herramientas de guerra: aviones, tanques, armas automáticas, gases tóxicos…. El poder de destrucción es aterrador y el conflicto, bautizado entonces como la Gran Guerra, acaba convirtiéndose en el enfrentamiento bélico más mortífero de todos los tiempos, con más de nueve millones de muertos. El enfrentamiento, en el que más tarde acabarían participando Estados Unidos, Canadá, Australia, Sudáfrica y otros países ultrmarinos convierte a Europa en un espantoso escenario de muerte y destrucción. Con el paso de los años el conflicto acaba conociéndose como la Primera Guerra Mundial.

El equilibrio de fuerzas entre los dos bandos es tal que la guerra se atasca muy pronto en un gigantesco frente de batalla que divide en dos la Europa continental con una larguísima línea de trincheras en las que se apiñan soldados alemanes por un lado y franceses, belgas e ingleses por el otro.

En medio de ese atroz escenario surgió una luz de esperanza. Sucedió inesperada y espontáneamente y ha pasado a la historia como la Tregua de Navidad de 1914.

 Nadie sabe exactamente cómo empezó todo. Las cartas enviadas en los días posteriores por soldados de uno y otro bando a sus familias han permitido reconstruir parcialmente este insólito episodio que devuelve la esperanza en el ser humano.

  Se sabe que por orden del emperador alemán, el Kaiser Guillermo II, las trincheras alemanas del frente occidental, en Bélgica, fueron adornadas con árboles navideños. Para aumentar la moral de sus tropas, se enviaron también raciones extra de comida y licores. Durante la Nochebuena, en alguna de esas trincheras,  alguien empezó a entonar un villancico, al que se fueron sumando otros soldados cercanos. Era tal la proximidad con las líneas enemigas, que alguien del bando aliado escuchó la canción navideña y decidió sumarse al coro. Pronto, cientos de soldados de los dos lados cantaban casi al unísono.

Y entonces, sin que se sepa quién ni por qué,  alguien die un paso más. Abandonó su posición y se acercó con gesto de paz a la tierra de nadie que separaba las trincheras. Poco a poco, con enorme cautela, los soldados fueron abandonando sus posiciones defensivas y se acercaron a ese inesperado espacio de paz, cercano a la Catedral de Saint Martin en Ypres.  Los más osados saludaron a los enemigos y empezaron a regalarse tabaco, chocolate, viandas, licor y los pocos utensilios que tenían para sobrevivir en las trincheras.

 “Ha pasado algo extraordinario. Esta mañana, un alemán gritó que querían una tregua de un día. Así que, con mucha cautela, uno de nuestros hombres se levantó por encima del parapeto y vio como un alemán hacía lo mismo”, reza el fragmento de la carta en la que el General británico Walter Congreve -que sobrevivió la guerra—  explica a su esposa el encuentro.

 Los mandos asistían sorprendidos al desarrollo de esta tregua espontánea. Lo más extraordinario es que, sin conexión entre los escenarios, en otros puntos del frente de batalla sucedieron episodios similares.

 En uno de ellos, según se recoge en cartas de la época escritas por testigos, en la mañana del día 25 un soldado se atrevió a sacar un balón de fútbol, deporte que empezaba a ser muy popular por todo el continente. La ocurrencia gustó a otros soldados, que con maderas y piedras improvisaron unas porterias y pactaron un partido en tierra de nadie entre aliados y alemanes.    Los equipos jugaron con sus uniformes de guerra y el resultado, según parece, fue 3-2 a favor de los alemanes.

Los primeros informes del partido se conocieron unos días después, el 1 de enero de 1915, The Times publicó una carta escrita por un médico adjunto a la Rifle Brigade, que informó de "un partido de fútbol que jugaron entre ellos y nosotros delante de la trinchera." No fue el único partido, hay más pruebas de que se jugó al fútbol ese día de Navidad  al menos en tres o cuatro lugares entre las tropas de los ejércitos enfrentados.

La más detallada de estas historias proviene del lado alemán y cuenta que el 133 Regimiento Real de Saxon jugó un partido contra las tropas escocesas.  La historia es recogida por Robert Graves, un renombrado escritor británico, veterano de guerra, que reconstruye el encuentro en un relato publicado en 1962. En versión de Graves, el marcador queda 3-2 a favor de los alemanes, pero el escritor agrega un broche de oro ficticio: «el Reverendo Jolly, capellán del ejército británico, actuó como árbitro y lo hizo con demasiada caridad cristiana: su extremo izquierdo marcó el gol decisivo, pero fue en fuera de juego. El árbitro, sin embargo, lo dio como bueno”

Una foto de la confraternización entre los soldados alemanes e ingleses en el frente de batalla acabó en la portada del periódico británico The Daily Mirror.  Pero al alto mando de ambos ejércitos no le gustó la noticia.  Inmediatamente se prohibió el acercamiento con el enemigo y se llevaron a cabo acciones de castigo contra los participantes.

Para evitar que la noticia se conociera en otros países,  se confiscó durante meses la correspondencia de los soldados, sobre todo en el caso del ejército francés. Se quemaron fotografías y cartas y el gobierno inglés retiró ediciones enteras de periódicos en que se trató el tema, aunque no pudo evitar la famosa portada de The Daily Mirror.

 Los mandos sí lograron su objetivo, la Tregua de Navidad quedó pronto en el olvido, y la guerra siguió su curso devastador durante cuatro años más. Cuatro años que sembraron Europa de cadáveres y que sólo sirvieron para dejar el escenario perfecto para que 21 años después estallara otro conflicto bélico aún más cruel y devastador, la Segunda Guerra Mundial.

Como cruel ironía, el primer escenario de la tregua, la ciudad de Ypres quedó completamente arrasada en 1915 y fue el primer lugar del mundo en el que se usó el gas venenoso como arma química. De la catedral, construida en el siglo XIII, no quedó más que el pórtico y algunas piedras desnudas. Años después fue reconstruido y bajo el órgano se instaló un monumento en honor a los soldados caídos

La conmovedora Tregua de Navidad de 1914 no tuvo efecto sobre la Historia, pero sí nos deja un hermoso recuerdo de que los seres humanos, liberados de la tiranía de los intereses políticos y militares, poseen valores sobrados para hacer de este un mundo mejor.