ME EXIJO A MÍ MISMO MÁS DE LO QUE CUALQUIERA PUDIERA PEDIRME

SER DEL ATLETI ES MEJOR QUE GANAR

Ser del Atleti es mejor que ganar. Si no lo entiendes, no sigas leyendo: esto no es para ti.

No recuerdo que en algún momento de mi vida yo decidiera ser del Atlético de Madrid. Me gusta más pensar que fue el Atleti el que me eligió a mi. Y desde ese día, perdido ya en lo más remoto de mi memoria, me siento en la obligación de profesar esa fe, de rendir honores a un club que representa mucho más que un equipo de fútbol.

Nadie dictó nunca una declaración de principios del Atlético de Madrid. Teóricamente, nada lo diferencia de cualquier otro club de fútbol. Sin embargo, nada es igual en el Atleti. No hay nada escrito, nada define qué significa ser del Atleti y realmente nadie lo sabe explicar, pero pocos clubes del mundo tienen una personalidad tan marcada.

Su carácter lo han forjado, día a día, una legión de seguidores que transmiten la fe de padres a hijos, sin preguntar por qué. Con un argumento único e indestructible: simplemente, soy del Atleti.

Y en torno a esa marca se aglutinan una serie de genes comunes: seres irreductibles que eligen seguir al débil en vez de al fuerte; que prefieren dar antes que recibir; que aprecian cada victoria y que aceptan cada derrota como parte natural de la vida; que luchan sin descanso, pero prefieren perder con honor antes que ganar sin merecerlo.
Una fe que te impulsa a no dejar nunca de creer y en la que el futuro es siempre el próximo partido.
Soy del Atleti, sí, y el Atleti me hace fuerte.
 Razones de un sentimiento